Ramón Alonso Dugarte*
En el
año 2014 la caída de los precios del petróleo producto, entre otros factores,
de la desaceleración de las principales economías del mundo –por la crisis del
capitalismo del 2008–, y por la sobreoferta generada por el fracking, evidenció
la vulnerabilidad y dependencia de diversos países productores. En Asia Central
una de las economías golpeadas fue Kazajistán, en la cual aún hoy en día se
sienten las consecuencias pese a la recuperación del año pasado gracias a: 1) aumento
de los precios del crudo; 2) retorno del crecimiento económico en Rusia; y 3) en
parte a las medidas macroeconómicas tomadas por el gobierno.
No
obstante, todavía la situación económica genera preocupación, en febrero de
este año el presidente Nursultán Nazarbayeva, cambió a todo el gabinete por los
malos resultados en materia económica. El pasado 19 de marzo el presidente
kazajo dimitió y asumió Kassym-Jomart Tokáyev como presidente interino por lo
menos hasta el próximo periodo electoral que tendrá lugar en 2020. Es poco
probable afirmar que la renuncia se deba a la situación económica, incluso,
como se han dado los sucesos, es poco factible que venga un proceso de
transformación política y económica en el corto plazo. Es factible que su
decisión obedezca a la avanzada edad del mandatario, cerca de los 80 años.
Valga
recordar que en este país de Asia Central la figura del presidente ha sido
determinante tras tres décadas en el poder, hay un evidente culto a su
personalidad, único presidente que han tenido desde la desaparición de la Unión
Soviética. Además, es evidente que Nazarbayeva no se retira del gobierno: es
“líder de la nación” de manera vitalicia, encabeza el Consejo de Seguridad, es miembro
del Consejo Constitucional y permanecerá en la presidencia del partido de gobierno
Nur Otan. Al mismo tiempo, su hija mayor, Dariga Nazarbayeva, pasa a ocupar el
cargo de presidenta del Senado, el puesto de mayor relevancia luego de la
presidencia. A eso hay que agregarle que el presidente interino, Tokáyev, es un
diplomático de su equipo el cual en una de las primeras medidas de gobierno ha
sido rebautizar a la capital Astaná, ahora se llamará Nursultán en honor al
presidente saliente. Lo que ha generado diversas protestas en el país por estar
en desacuerdo.
Por
tal razón no se esperan grandes reformas como hemos dicho. En política exterior
se espera que se siga manejando como hasta ahora lo han hecho, una política de "múltiples
vectores" que ha llevado al país a establecer relaciones comerciales con
la mayoría de las naciones, entre ellas: China, Estados Unidos, Rusia, y el
bloque europeo. Kazajistán tiene una posición geopolítica considerable, se
ubica entre Rusia, China, Turkmenistán, Uzbekistán y Kirguistán, es un corredor
indispensable entre Asia Oriental y Oriente Medio. Igualmente, es el segundo
productor de petróleo en el área, principal exportador de uranio a nivel mundial
y cuenta con gigantescas reservas de gas, volframio, zinc y plata.
Hay
un puntos pendientes que un hipotético nuevo gobierno deberá manejar
recordemos que, a pesar que tiene una de las economías más fuertes
en Asia Central, desde hace años presenta una crisis económica lo cual ha
disminuido el nivel de vida de su población, ello se evidencia en la distribución
desigual de los recursos, de igual forma cada día se muestran las tensiones
interétnicas y, lo que más preocupa, la presencia creciente de grupos
extremistas violentos en el área.
Un
posible escenario en el corto plazo es que Tokayev convoque a elecciones en los
próximos meses y que por el partido Nur Otan se postule la hija de Nursultán, Dariga
Nazarbayeva con muchas opciones de triunfo. Por ello se escuchan voces críticas
que denuncian que lo que hizo el mandatario saliente fue prepararle el camino a
su heredera, no es casualidad que ella haya sido designada presidenta del
Senado. Lo que lleva a compararlos con sus vecinos Turkmenistán y Tayikistán,
en donde sus líderes Berdymukhammedov y Rakhmon respectivamente, están
preparando a sus hijos para que asuman el poder. Sin embargo, Nazarbayeva
aseguró que la transición en el país se completará en ocho años, en el inicio
del período de 2026, lo que deja pensar si hay vientos de cambio en el país.
*Licenciado en Historia y Politólogo. Universidad de
Los Andes (Venezuela).
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