Ramón Alonso Dugarte
Al parecer en los últimos tiempos entre los estudiosos de la economía
hay consenso respecto al cambio en la política económica que se deben implementar
en Venezuela, las cuales serían entre otras: liberación del control cambiario,
liberación de los precios y el aumento de la gasolina, cuyo subsidio pesa y
mucho en la economía nacional representando alrededor del 7% del PIB. También
se habla de la restructuración del sector público, hay empresas que por lógica
no son sostenibles de la forma cómo se están manejando.
Todas estas medidas económicas tendrán su impacto social y político, y
quienes lo van a padecer serán los sectores más vulnerables, valga decir, los
más pobres. Por tal razón es que las medidas deben venir acompañadas de un plan
de subsidios que atienda a los sectores más pobres del país. El cual debe
eliminar la discrecionalidad de una vez por todas: se debe dejar el amiguismo a
un lado, sin mirar el color político que trae corrupción, resentimientos
y es una violación a los Derechos Humanos.
El gobierno ha presentado su plan de subsidios a través del carnet de la
Patria, los sucesivos bonos y ahora un plan más “formal” para las familias y
para las embarazadas. Con respecto a éste último nos llama la atención cómo se
ha desatado una cadena de improperios y de comentarios injustos hacia la mujer
venezolana: “que ahora va a salir preñada para que le llegue el bono”, “que no
va a estudiar ni a trabajar, sólo tirar”.
Me parece injusto porque esos comentarios insultan la inteligencia de las
personas ya que estas acciones no son una invitación a nada, no promueven el
embarazo. Decir que con ese bono ahora los embarazos van aumentar, es tan
retrogrado como decir que al legalizar la marihuana el consumo va a crecer
exponencialmente, lo mismo con el aborto. En poco incide dichas políticas con
las decisiones de las personas, porque legal o no, se sigue consumiendo
marihuana o algunas mujeres siguen abortando cuando toman esa decisión. No obstante, ello no aplica para casos de subsidios como el de la electricidad, gasolina
o agua que al subsidiarla sí incide en el despilfarro y el contrabando.
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De los memes que han circulado en las redes. |
Lo que quiero dejar claro es que no podemos satanizar ninguna clase de
subsidios siempre y cuando sean lo bastante planificados y brinden un apoyo a
la clase más vulnerable, el subsidio no debe ser un regalo sino una forma para
que en un momento dado una persona o un grupo familiar puedan “salir adelante”,
debe servir de trampolín en un momento coyuntural.
La crítica viene por la distancia con el salario mínimo y porque el gobierno de Nicolás Maduro pretende
realizar únicamente el subsidio y éste no vendría acompañado de otras políticas
que complementen. Es decir, hasta ahora no hay de una vez por todas un plan
claro que parezca efectivo para paliar la grave situación económica que
vivimos. Reconoce por ejemplo la problemática del alto costo e intenta brindar
una solución, pero, en el caso del embarazo, se hace poco si no se implementan
programas de planificación familiar, prevención del embarazo precoz y hasta revisar el alto costo de los métodos anticonceptivos.
¿Qué separa al
subsidio del clientelismo político?
Hay diversas clases de subsidios y es bueno aclarar que no todos van dirigidos a la población de bajos recursos, en (muchas) ocasiones sacan provecho los grupos poderosos. Y a pesar que hay una delgada línea entre el subsidio y el clientelismo, hay elementos que los distinguen.
El subsidio focalizado es aquel que puede elevar el nivel de ingreso de un sector social y sus características son: el tiempo, la magnitud de la inversión social y la libertad de oportunidades. Los tres enfocados en evitar la dependencia.
Referente al tiempo es importante que dentro de la planificación sea
para atender una coyuntura y que lo más pronto posible pueda la persona o el
grupo, prescindir del subsidio. La magnitud de inversión y el modelo de ella debe
ir dirigida a realmente solventar la situación de los sectores vulnerables, que
dichos subsidios realmente sean significativos, para evitar la dependencia, y no "paños tibios". Casos emblemáticos están los planes de inversión social de los
países nórdicos. Y por último, se debe permitir la libertad para que el grupo prospere y que no exista el peligro de una retaliacion que es
la clave del clientelismo.
Hay que recordar que la clave es construir una sociedad donde el Estado dependa de los ciudadanos y no de ciudadanos que dependan del Estado.
Hay que recordar que la clave es construir una sociedad donde el Estado dependa de los ciudadanos y no de ciudadanos que dependan del Estado.
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