Por: Ramón Alonso Dugarte.
I. Algunas apreciaciones iníciales.
Lo primero que se nos viene a la mente a la hora de pensar sobre la etnohistoria es una interrogante, y aún más luego de leer el artículo del profesor Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo, y ante la preocupación de que existieran pueblos con Historia y otros sin Historia, y tomando en cuenta que la Historia es una invención de los griegos y que desde sus inicios hasta el siglo XIX respondió básicamente a las necesidades de Occidente, entonces nos preguntamos: ¿Hacer que los pueblos no occidentales “alcancen” la Historia no es occidentalizarlos? En vista de que la manera de ver el mundo de los occidentales no responde a la manera de ver al mundo de los no occidentales. Es más, si somos un tanto osados (demasiado dirían algunos) podemos argüir que la etnología nace con ciertos criterios eurocéntricos:
“… el estudio sistemático y comparativo de las sociedades ‘distintas’ a las de Europa, que fueron llamadas primitivas”.
Sin embargo, es una interrogante no muy fácil de responder, y tomándole las palabras al profesor Miguel Ángel Rodríguez en su artículo, sirvan más que aclarar para incentivar la investigación. De hecho hay mucho desde hace algunos años que han roto la concepción etnocéntrica de la Historia y de las demás ciencias sociales y vean la importancia de la memoria e identidad colectiva para todos y cada uno de los pueblos.
II. La Etnohistoria: ¿Un diálogo interdisciplinario?
Debido a lo difícil que resulta la compresión del ser humano como ser social, desde aproximadamente el siglo XVIII en adelante, han nacido “formalmente” las ciencias sociales, ramificándose el conocimiento, en diversas disciplinas, para un mejor entender. No obstante, una de las principales desventajas ha sido que por muchos años las ciencias sociales transitaron –en algunos casos transitan todavía– caminos en los cuales poco convergieron, es básicamente en el siglo XX cuando se plantea a través de diversas propuestas trabajos en conjuntos, ya que los trabajos en “parcelas” se quedaban cortos ante el objetivo fundamental que era –y es– el conocimiento y la compresión de las sociedades, tanto su pasado como su presente, de allí la necesidad de buscar la correlación y la interdisciplinaridad entre las diversas ciencias sociales: lo que cada una podía aportar a las otras.
Y es que hasta aquel momento, primera mitad del siglo XX, lo poco o mucho que conocíamos de los diversos pueblos indígenas, era sólo a través de la mirada que los colonizadores europeos dejaron. Ante esto un grupo de estudiosos preocupados, conformados principalmente por antropólogos, arqueólogos e historiadores decidieron dar un vuelco y por medio de nuevos métodos reinterpretar el pasado de nuestros pueblos, con una nueva perspectiva: la visión de los vencidos.
Jacqueline Clarac de Briceño a principios de los años 80 del siglo XX nos decía, para el caso latinoamericano, lo siguiente:
“Me siento frustrada, he leído mucho, con mucha dificultad, y quedo con las manos prácticamente vacías. Y esto, a pesar de que sé muy bien que los españoles no podían dejar otro tipo de información por su mentalidad, por su época, por su concepción del mundo: ellos tenían una verdad que querían imponer (verdad social, política, económica, religiosa) y querían dejar en claro cómo la estaban imponiendo; así que no les interesaba dejar información acerca de los grupos por ellos dominados, desde el punto de vista cultural; justamente porque esos grupos constituían para ellos gente sin cultura”.
A pesar de que en la Etnohistoria convergen varias disciplinas, son dos las que llevan la batuta, por así decirlo, la Historia y la Etnología, intentando construir el estudio sistemático de los pueblos ágrafos luego de la descolonización de estos países, ya que lo incluido en la Historia Oficial de cada uno de estos países figuraban muy poco –o nada– las voces de los pueblos autóctonos ante de la llegada de los colonizadores.
Es una ciencia en construcción, la cual no deja de realizar grandes aportes para entender muchas de nuestras realidades, combinando los elementos del método histórico así como muchos del método etnográfico.
En la actualidad trasciende del ámbito meramente indígena (pueblos autóctonos) y hay quienes proponen una perspectiva que incluye a lo urbano también. Es es mucho más amplia la visión que abarca la Etnohistoria, que se perfila como una ciencia para reconocer la diversidad de los pueblos, nivelando los conceptos de “cultura” y “civilización” existente y es tan “creador de cultura” “el africano que cazaba con flechas… como el europeo que hace transacciones ‘virtuales’ por millardos de dólares a través de internet”.
BIBLIOGRAFÍA:
RODRIGUEZ Lorenzo, Miguel Ángel. “Etnohistoria: ¿La ciencia de la diversidad cultural? Exploración acerca de la constitución del término y desarrollo de su teoría y método”. En Boletín Antropológico. Universidad de los Andes, Mérida (Venezuela). Septiembre-Diciembre, 2000, N. 50, pp. 5-28.
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