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General José Efraín Ríos Montt. |
General José Efraín Ríos Montt, ex dictador de Guatemala, se convirtió en la primera persona en ser condenado por genocidio en un tribunal de su país el 10 de mayo de 2013. En un veredicto histórico en el centro de la ciudad de Guatemala, el 86-años de edad, se le dio la pena máxima de 50 años por genocidio y unos consecutivos 30 años por crímenes contra la humanidad.
Fue condenado por un juez que presenta en detalle horrible cómo bajo su liderazgo el ejército había masacrado, mutilado, violado, bombardeado y perseguidos los miembros de la comunidad Maya Ixil, entre ellos muchos niños y ancianos, durante las operaciones de contrainsurgencia hace 30 años. General Ríos Montt, dijo, "sabía todo lo que estaba pasando, y no detenerlo, a pesar de que él tenía el poder para hacerlo."
En medio de aplausos de la galería y el caos en la sala del tribunal, el juez, Jazmín Barrios, parte de un tribunal de tres personas, de inmediato ordenó al general Ríos Montt para ser llevado a la cárcel. Hasta entonces, había estado bajo arresto domiciliario. Su condena se produjo un día después de que él rompió el silencio que había mantenido a lo largo de semanas de testimonio. Había declarado con vehemencia su inocencia, mostrando especial antipatía a la acusación de genocidio, diciendo que él nunca había autorizado ataques contra ningún grupo étnico,
Sin embargo, al llegar a su veredicto, el juez señaló que la evidencia de un patrón de masacres del ejército que ella dijo que parecía seguir los planes que se pidieron a la parte superior. Para probar el genocidio, ella dijo que no había evidencia de que el 5,5% de la etnia Ixil había sido aniquilada por el ejército, a pesar de que dijo que eran agricultores civiles. Y ella dijo el general Ríos Montt, sabía lo que estaba pasando en los pueblos donde las masacres y bombardeos se están produciendo, y no ordenó el cese de ellos. Sin embargo, absolvió al otro acusado, el ex jefe de inteligencia del general, José Rodríguez Sánchez.
En su discurso el juez habitó en la brutalidad que condujo a la matanza de 1771 ixiles, retransmitida por casi 100 testigos durante el juicio que comenzó el 19 de marzo. Habló de los bebés que son asesinados en el vientre materno, de violaciones en grupo por los soldados y de las fosas comunes que muestren indicios de muerte violenta. Elogió los testigos Ixil para hablar sobre su sufrimiento, y señaló que las cicatrices psicológicas aún persisten, incluso entre las generaciones que no estaban vivos cuando se cometieron las atrocidades.
Grupos de derechos humanos esperan que el veredicto permitirá a muchas personas ixiles a sentir que se ha hecho justicia. Sin embargo, también puede despertar viejas heridas en una sociedad que todavía está luchando con el legado de una guerra civil en la que 200.000 personas murieron durante los 36 años de lucha, que terminó en 1996.
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General José Efraín Ríos Montt. |
A medida que el juicio llegó a su fase final el mes pasado, las figuras públicas prominentes, entre ellos el presidente Otto Pérez, quien era un oficial del ejército durante el general Ríos Montt dictadura de 1982-83, se pronunciaron en contra de la acusación de genocidio.Algunos expresaron su preocupación de que una condena significaría en la práctica que el Estado de Guatemala había sido declarado culpable de genocidio, lo que podría llevar a otras comunidades mayas que sufrieron durante la guerra para llevar sus quejas a los tribunales. Les preocupaba que pudiera dividir un país étnicamente dividido. Asimismo, dijeron que el estigma de ser entre corchetes con países como Rwanda y la Alemania nazi está obligado a herir el orgullo de los conservadores guatemaltecos.
Sin embargo, los analistas dijeron abogados de la defensa del general Ríos Montt, a veces rayaba en la obsesión absurda con tecnicismos, que parecían más dirigidas a evitar un veredicto, en lugar de demostrar su inocencia. En un momento el mes pasado, parecía que habían conseguido la anulación del juicio . Pero la Sra. Barrios demostró ser un juez más decidido que lo que esperaban. Su veredicto, así como proporcionar un sentido de la justicia a las víctimas de la dictadura del general Ríos Montt, muestra una veta muy valiente en un país donde la impunidad de los fuertes contra los débiles ha existido desde la época colonial.
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