Ejercicio Etnográfico

Ejercicio Etnográfico. 

 Para el ejercicio escogimos la obra de LIENHARD, Martin (Selección, prólogo, notas, glosario y bibliografía). Testimonios, cartas y manifiestos indígenas (desde la conquista hasta comienzos del siglo XX.). Caracas, Biblioteca Ayacucho N° 178, 1992.

Portada del Libro.


                                                              
I.                  Análisis del prólogo:
La tarea de Martin Lienhard por metodizar los documentos escritos, bien en forma de testimonio, carta o manifiesto, acerca de los indígenas desde la conquista hasta comienzos del siglo XX, tiene una gran importancia para entender esa otra perspectiva en la relación Colonizador – colonizado, los vencidos. El prólogo tiene como objetivo más que introducirnos al tema es prepararnos para lo que nos vamos a enfrentar, de allí que el estudio preliminar sea de gran importancia para entender todo el texto, y más en una recopilación de escritos como esta. Por tal razón se aprecia la selección y arreglo de los textos por áreas geográficas, así como por áreas culturales o por períodos cronológicos. 

Dentro de los aspectos resaltantes y que muy bien nos explica el autor a modo más bien de advertencia, es que los documentos no fueron escritos por los indígenas sino que son producto de algún informe levantado por la autoridad colonial, a causa de un interrogatorio hecho (con preguntas ya prejuiciadas) producto de un pleito, o simplemente para saber la versión del indígenas, aunque muchas veces no tomada en cuenta, por eso la lectura que se va hacer de los documento tiene que ser detallada buscando lo que “no se dice”. De igual forma estos documentos son un medio de negociación; negociación que muchas veces va con tono sumiso pero en otros casos en tono de rebeldía. 

Otra de las “advertencias” hechas por Martin Lienhard, es que todos estos documentos indígenas no se puede confundir con lo que se conoce “tradicionalmente, literatura indígena”. Esta última se refiere a “ciertas practicas verbales, socialmente estables y de cierto refinamiento, que podríamos calificar de ‘literatura’ –más por su función, relativamente análoga a la de la literatura en las sociedades occidentales, que por su apariencia”.
Hemos mencionados algunas de las características resaltadas por el autor en el prólogo, pasamos ahora a destacar en detalle el cómo se presentan los documentos, la tipología en cuanto a áreas geográficas y áreas culturales, y la periodización cronológica.

Uno de los primeros problemas se presenta en cuanto a la cronología, es decir no se puede, sin más, esquematizar cronológicamente toda Latinoamérica. Es complicado  hacer “límites cronológicos” porque corren muchas  veces disparejos y varía de un área o subárea a otra. Sin embargo, el autor utiliza cinco etapas para realizar la periodización, aunque los textos: “Se refieran, como sucede a menudo, a problemas muy concretos y locales, ellos remiten en definitiva a una etapa determinada del enfrentamiento étnico-social entre sociedades indígenas marginadas y sectores hegemónicos”. Esto último, pensamos, es lo que caracteriza más profundamente al período e incluso podemos observar allí la Unidad dentro de la Diversidad, si bien es cierto que no en todas las áreas suceden los mismo problemas o las mismas situaciones al mismo tiempo, sí mantiene unidad ya que el sistema colonial pretendió hegemonizar al Nuevo Mundo, únicamente es algo que queremos advertir.

Las cinco etapas de los textos son:
1)      Implantación y consolidación  del sistema colonial / resistencia indígenas.
2)      “Paz” colonial / resistencia cultural y movimientos locales de insubordinación.
3)      Reestructuraciones coloniales del siglo XVIII / movimientos insurreccionales.
4)       Expansión latifundista / luchas indígenas contra el despojo.
5)      “Modernización dependiente” / movimientos indígenas nuevos.

Anterior a estas etapas, los textos han sido ordenados por región geográfica, en las cuales conseguimos: el área Mesoamericana, los Andes centrales, el Área Tupi-Guaraní y otras áreas como: los Andes septentrionales, Caribe continental y la Pampa Argentina. Es  decir, en cada área geográfica se aplica las cinco etapas (se comprueba la Unidad en la Diversidad), aunque existen variantes, la principal es que la etapa número 5, que es la de documentación más reciente, no es incluida en el texto, porque,, y así lo señala el autor, es muy abundante debido a “nuevos sistemas de reproducción modernos”, tales como: periódico, libros, tribunas parlamentarias, radio, cine, televisión, video. Y en el contexto del presente libro era imposible, pero a pesar de ello no descarta hacerlo, sería “muy deseable” como Lienhard señala.

Otras de las variantes es que no en todas las áreas geográficas conseguimos las cuatro etapas cronológicas (se descarta la etapa número cinco por las razones ya dichas), vale decir el tratamiento que se ha usado para las denominadas “otras áreas”.

En lo siguiente del prólogo, el autor analiza cómo están estructurados los textos, los cuidados y las observaciones que hay que tener a la hora de abordarlos (visión del mundo y de la política de los indígenas por ejemplo, si eran “¿informantes o actores?”), si el texto es  una “cita” o un “testimonio de un testimonio”, e inclusive las diferencias que existen entre unos y otros: “Quejas y querellas de la periferia, testimonios de los intelectuales indígenas, discursos insurreccionales”, entre otros.


I.                  Análisis comparativo de los discursos indígenas:

En este punto los textos elegidos son tres, y cada uno de ello representa un área geográfica y es de un período cronológico específico. El primero del Área Mesoamericana (Implantación del sistema colonial, resistencia indígena); el segundo, es del área denominada otras áreas, concretamente de los Andes septentrionales que data del año 1677; y por último un texto del área Andes centrales, del período denominado la  contraofensiva indígena del siglo XVIII.
    
     El primero de ellos representa un testimonio, en el cual se narra la llegada de los españoles a México (a ciudad azteca de Tenochtitlan), recogido por Sahagún por el año de 1555, por medio de sus informantes nahuas, este testimonio tiene una importancia considerable ya que, en él observamos la visión indígena de llegada de los europeos.
            
    En el segundo encontramos una denuncia que emite el cacique de Mocoño, en la actual Mérida (Venezuela), el cual presenta una queja y denuncia ante la Audiencia de Bogotá, por los malos tratos que le daban, no sólo a él sino a toda la comunidad, su encomendero y mayordomo Juan Fernandes y Bonefasio Durán respectivamente.
           
   El tercero se titula el levantamiento de José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru. Descendiente del último de los Incas Tupaq Amaru, es un texto del siglo XVIII. El cual gira en torno a las reivindicaciones indígenas, especialmente sobre el sistema de “repartos”, dicho sistema colocaba en desventaja a los indígenas obligándolos a adquirir ciertos productos, los cuales atentaba incluso contra su forma de vida: “como si nosotros usáramos modas españolas”. Es un levantamiento contra las autoridades españolas, más no en contra de la  Monarquía.



I.                   Visión de los vencidos:

Esta visión responde a la idea de construir una Historia de los vencidos, con el fin de ampliar la diversidad cultural y desmontar lo muchas veces repetido “que existen pueblos sin Historia”, intentando desmontar también lo que siempre se ha hecho en la historiografía, que siempre predomine la visión –o que siempre se escriba la Historia– de los vencedores.

A muy grandes rasgos esta sería la misión de la etnografía, de vital importancia en la Historia colonial del mundo (América, África, Asia), para ampliar las perspectivas de estudios, ya que siempre predominó la visión de los colonizadores, con algunos objetivos –fines– que podemos identificar sin problema, el principal es el reconocernos en la diversidad cultural, sólo mostrándonos y conociéndonos, podemos empezar el camino a la tolerancia, no jerarquizando quién es mejor sino sólo diferentes. Otro de los objetivos es, sin duda, el rescate, la revaloración, el reconocimiento de toda una “cultura”, una forma de concebir al mundo, que de hecho no se rindió, como lo dice el autor del prólogo, la resistencia se dio en varios niveles, pero lo importante es ver al otro, reconocer que sí hubo resistencia, que no solamente los indígenas fueron entes pasivos en todo el proceso de colonización y conquista, es más la resistencia pervivió en varios momentos históricos, en varios niveles.

Además, otro de los fines de la visión de los vencidos, es que a los investigadores, llámense historiadores, antropólogos, arqueólogos, etc.,  que pretender hacer un trabajo científico –sabiendo lo que eso significa en las Ciencias Sociales– necesitan del resultado que arrojen la visión de los vencidos, digamos los resultados que arroje la Etnohistoria (vista como el estudio de los vencidos), para así realizar el contraste de las fuentes dándole mayor credibilidad a sus trabajos. En síntesis, desde fines reivindicativos para no olvidar los suplicios y la resistencia que  muchos pueblos tuvieron que pasar –y cuidado que no es sólo por romanticismo, para darnos, como decimos coloquialmente, “golpes de pecho”– tratando en lo posible hacer justicia y también para no repetir los mismo errores, hasta como herramienta de método en las ciencias sociales para así conseguir un conocimiento, en lo posible, objetivo. 

Escrito por: Ramón Alonso Dugarte 

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